
Por: Sandra Lucía Cárdenas Torres
Docente Grado Tercero A.
I.E. Santa María del Río
Soy una maestra como cualquier otra y una preguntona como no cualquiera; desde muy niña me he cuestionado acerca de los procesos de enseñanza-aprendizaje, la cultura y la espiritualidad evidenciados en un sujeto con cuerpo biológico, alma y espíritu.
De manera un poco intuitiva en mi infancia, me encantaba escuchar en la radio-grabadora audio-libros, ¡cómo olvidar Pedro y el lobo!, observar el rollo de negativos fotográficos a contraluz, ver las películas que mi Párroco proyectaba cuando era niña en el parque de mi barrio, en el centro de Bogotá; entre otras acciones que se convertían en realidad en una gran pasión, ¡el aprendizaje tras el uso de la tecnología !.
A lo largo de mi vida he sospechado que la verdadera educación se evidencia en el eficaz uso de de los medios tecnológicos, entendiéndolos como generadores de nuevos escenarios formativos, el uso en el aula a lo largo de la historia de: la imprenta, la radio-difusión, la cámara fotográfica, la computadora electrónica, el internet, el correo electrónico, el celular, que se encuentran insertos en la cultura y la realidad del entorno de nuestros estudiantes, sería, según mi criterio la mejor apuesta en la que los docentes estamos navegando, como inmigrantes digitales, por supuesto, orientadores de nativos digitales “nuestros estudiantes”.
Y… bueno, teniendo en cuenta que hago parte del equipo de docentes de la Institución Santa María del Río, con una metodología innovadora, reconocida en el Municipio de Chía, como una de las mejores propuestas pedagógicas en estándares de calidad; pues, que mejor, que contribuir con la participación en plataformas como IUNGO, siguiendo el procedimiento didáctico del Sistema de Educación Relacional – SERF, Fontan (2008).
Al participar en la plataforma IUNGO, he descubierto como maestra que estos medios de enseñanza en lìnea se han convertido en herramientas efectivas que contribuyen a modificar significativamente los esquemas de conocimiento y aprendizaje de los niños de primaria.
El Primer Ciclo de Educación Primaria es, de hecho, una edad de transformación cognitiva de gran plasticidad y adaptabilidad. ¿Cómo podemos, en definitiva los docentes, contribuir a hacer del niño un espectador que ha mejorado su inteligencia frente al uso de las plataformas educativas?…
Pienso que sería importante articular el quehacer pedagógico en un enfoque institucional concertado y puesto en práctica por todos los actores institucionales, siguiendo un currículo coherente y flexible que involucre nuevas tendencias tecnológicas. Ya que es precisamente, durante los primeros años que la atención y la curiosidad de los niños y niñas, que antes eran involuntarias, dan un giro revolucionario y se transforman en voluntarias, puedo inferir, que en una plataforma como IUNGO, los niños comienzan a hacerse conscientes de sus propias operaciones mentales, de su estructura lógica, y a considerar cada una de ellas, la memoria o la imaginación, como propias de un proceso personal; lo que da lugar a un dominio de tales funciones.
La estructuración de lo que es percibido y recordado va a depender del desarrollo de su atención y de la motivación que empuja a su curiosidad, construyéndose lo que podemos entender, desde el punto de vista cognitivo, como “conciencia infantil”. Una conciencia que a través de un proceso de “acomodación” o “adaptación” crea una determinada “visión de la realidad” o “imagen del mundo”.
La imagen que atrae, de modo extraordinario, la atención infantil en esta etapa va a ser determinante, por tanto, de los primeros fundamentos estructurales de la conciencia del niño.
De otro lado, el computador es una ayuda didáctica disponible en los hogares de los niños y las niñas y los procesadores de texto se han vuelto herramientas familiares, Jonassen (1993), afirma que “el apoyo que las tecnologías deben brindar al aprendizaje no es el de intentar la instrucción de los estudiantes, sino, más bien, el de servir de herramientas de construcción de conocimiento, para que los estudiantes aprendan con ellas, no de ellas”. Se trata, entonces, de sacar provecho de estas herramientas tecnológicas y promover una propuesta de aprendizaje en los procesos de formación en programación, que forme estudiantes autónomos y funcionales, conscientes de su propio aprendizaje.